Somos plenamente nosotros mismos?
Hay una parte de nosotros que es indefinible e invariable, que no pierde ni cambia con la edad, la enfermedad o las circunstancias” CF. Kûbler-Ross y otros. Lecciones de Vida, pag. 22.
Al venir a este mundo lo hacemos siendo plenamente únicos. Somos seres con muchas cualidades y virtudes que aportar en esta sociedad; también somos seres humanos con defectos y el aceptarlo y corregirlo nos enriquece más. Si esto no es aceptado por nosotros mismos vamos a ir perdiendo nuestra esencia de persona por tratar de convertirnos en otros, en aquello que nuestro entorno quiere que seamos y muchas veces consentido por temor a no ser aceptados, o ser recriminados.
No debemos olvidar que al nacer, venimos plenamente auténticos y que debemos mantenernos así hasta la muerte para ser uno mismo, despojándonos de todo lo que no somos nosotros, de todo lo que nos convierte en otros, muchas veces en títeres de los demás, que actuamos solamente cuando es necesario para ellos. Cómo podemos saber quiénes somos en realidad, de lo que somos capaces y de cuánto podemos dar, si nunca hemos sido sinceros con nosotros mismos, si nunca nos equivocamos porque no actuamos por sí mismo, si no hubo una pisca de convicción de lo que estábamos haciendo porque nos dijeron que tenía que ser así o porque de ahí sacarías provecho económico o prestigio social. Ese actuar no fue nuestro yo, si no nuestro entorno que hasta el día de hoy sigue maquinado nuestra mente. Nos hemos dejado influenciar tanto por esta sociedad retrógrada, marcada por ciertos estereotipos, regidas por normas muchas veces creadas para un grupo segmentado pues nos impusieron el rol de cómo debe ser un buen esposo y una buena esposa, un buen padre y una buena madre, un buen hijo y una buena hija y que se tenía que actuar tal y como ellos decían; eso no nos permitió ser uno mismo pues teníamos ciertos parámetros o esquemas que cumplir, no nos dio lugar de explorar, a crear a expresar lo que sentimos, a aprender por nuestros propio medios, a descubrir y admitir que tenemos la capacidad de equivocarnos y que sabemos aceptar, y aún más, lo bello que es aprender después de todo ello.
No estamos aquí para complacer a todos. Debemos comprender que no tenemos que asumir la responsabilidad de los demás, no debemos sentirnos culpables de todas sus necesidades y desgracias; tratar de complacer a todos no es nuestro deber. Estamos aquí para ser estupendos simplemente siendo nosotros mismos descubriendo y trabajando por nuestra propia identidad, nuestra esencia; que somos humanos como los demás y que también tenemos derecho a equivocarnos, a enojarnos. Nacimos completos, con muchas capacidades, cualidades y virtudes, somos valiosos porque somos personas únicas y no hay necesidad de ser otras para ser plenamente, para ser felices o sentirnos completos y valiosos. Nuestra razón de ser no radica en el status, en lo que hacemos o en lo que decimos, en el trabajo; nuestra razón de ser no es ser esclavos de la tecnología, de nuestro ego, de los medios, de esta sociedad, va más allá que estas preocupaciones innecesarias, radica en uno mismo, en nuestro propio yo. Dejemos que nuestro Yo sea él mismo. No nos “fijarnos en los problemas de los demás para evitar pensar en lo propio” CF. Kûbler-Ross y otros. Lecciones de Vida, pag. 30. Equivocarnos es normal, aceptarlo y corregirlo nos hace más grande; no nos olvidemos que tenemos más virtudes que defectos. Nacimos únicos y valiosos, seámoslo siempre.
Comentarios
Publicar un comentario